21 gen. 2012

De la organización del imperio

Author: abraham | Filed under: General, Sociedad

El poder absoluto recae en manos del Emperador o Emperatriz. Desde el inicio del imperio este puesto ha sido para un descendiente de los emperadores Kanemoto Hiroto y Misaki. Y aunque todavía conservan parte del don inicial que el Gran Creador les otorgó, ahora está muy diluido debido a los múltiples enlaces con otras familias a lo largo de los tiempos.

La primera obligación del Emperador es el nombramiento del Príncipe Heredero, quien a partir de ese momento será educado para ocupar el trono cuando falte la figura del Emperador, ya sea por haber muerto o haberse retirado, recibiendo el titulo de Daijō Tennō (太上天皇). El Príncipe Heredero no puede realizar ninguna función política si no ha sido delegada previamente por una ley decretada por el propio Emperador, únicamente, como cualquier samurái de clase alta, tiene potestad para dirigir sus propias tierras, si las posee.

La segunda obligación del máximo mandatario es mantener la paz entre la gente que habita el imperio, usando para ello todo el poder legislativo y militar a su alcance: el Emperador crea y revoca leyes y dirige y ordena al ejército imperial. Al tener poder absoluto puede nombrar y destituir a todo cargo del sistema imperial que crea oportuno. Técnicamente, también podría dejar sin efecto los títulos de Daimyō, pero ningún emperador ha osado jamás apartar públicamente de su puesto al máximo dirigente de un clan que gobierna su propio Shōen. Por suerte para el imperio, hay pocos territorios amparados bajo las leyes que rigen los Shōen, todos ellos creados antes de la unificación del imperio. Cuando los emperadores Kanemoto Hiroto y Misaki fueron nombrados y los clanes más poderosos del momento aceptaron la sumisión dejaron bien claro que sus tierras serían dirigidas por ellos mismos. Estos clanes obtuvieron privilegios respeto a impuestos y organización interna pero aceptaron un control imperial y cedieron en algunas de sus premisas iniciales. Al dirigente de cada clan se le otorgó el rango de Daimyō, un rango ínfimamente inferior al del Emperador pero únicamente dentro de sus tierras, más allá de ellas responde como cualquier otro samurái frente a las leyes imperiales. El resto de Daimyō no gozan de las mismas directrices, ya que su gestión está mucho más controlada y sus libertades son mucho más reducidas al haberse creado tiempo después bajo dominio imperial.

El Emperador también debe controlar a la Kuge (公家), la corte instalada a su alrededor en la capital. Todos ellos forman parte de la familia Kanemoto y sus funciones varían tanto de ser meramente representativas como tener cargos de importancia dentro del ejército o gestionar tierras lejanas bajo sus dominios. En este ámbito, las intrigas y las traiciones para hacer caer en desgracia son habituales y todos vigilan mucho a quien informar de cierto rumor o cual es la última tendencia sobre una postura del Emperador.

Por suerte para el Emperador, para poder hacerse cargo de todo ello, tiene a su lado a gente de confianza que le asesoran, gestionan ciertos temas o actúan en su nombre frente a terceros. El mayor cargo de confianza que se puede optar es el de Tairō (大老), conocido también como Gran Anciano. Preside en consejo y puede tomar decisiones en caso de emergencia. En el extremo caso que el Emperador se encuentre temporalmente incapacitado puede crear decretos y ordenar la movilización del ejército. El resto de consejo lo forman los Rōjū (老中), los Ancianos. Entre sus funciones destacan: Mantener las relaciones entre el Emperador y la Kuge, incluyendo también al Principe Heredero y al Daijō Tennō; supervisar la gestión de los feudos de los Daimyō; gestionar los asuntos internos de las posesiones del Emperador; gestionar la forma de los documentos oficiales; supervisar la acuñación de moneda, los registros gubernamentales, las obras públicas y cualquier otra acción que dependa del interés imperial.
El trabajo encargado a estos Rōjū puede provocar que tengan que ausentarse durante largos periodos y no puedan ocupar su puesto en el consejo. Para poder comunicar al Emperador el estado actual de su trabajo y poder responder en caso de necesidad tienen a su disposición a unos emisarios conocidos como Sobayōnin.

Fuera del consejo y con tareas más específicas hay los Bugyō (奉行), conocidos como magistrados y gobernadores. El cargo específico que ocupan describe la función que realizan, pudiendo ser encargados del gobierno imperial de un territorio, ya sea una provincia o una gran ciudad, como ser administradores de un bien concreto, como el arroz, las minas o los templos. Aquellos que son enviados a un Shōen generalmente actúan como embajadores y sus funciones son altamente limitadas, siendo la más representativa la de juez en aquellos actos donde se vulnere la ley imperial.

Otros enviados del Emperador a las diferentes provincias son los Jitō y los Shugo (守護). Los Jitō se encargan de recaudar los impuestos y los Shugo son los representantes militares del Emperador. Generalmente, ambos deben rendir cuentas al Bugyō que gobierna o actúa como enviado en la provincia.

Todos estos cargos son de gran responsabilidad y comportan un gran honor, pero por debajo de ellos existe toda una red de funcionarios que sujeta todo el entramado y hace que sea posible la gestión y coordinación de un imperio tan vasto.

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