12 gen. 2012

De la creación

Author: abraham | Filed under: General, Mitología

Al inicio de los tiempos, el mundo era una gran roca inerte que se trasladaba lentamente por el universo. Pero un día, el Gran Creador lo encontró y decidió transformarlo. Lo primero que sucedió fue el acercamiento a una brillante estrella que lo capturó en órbita a su alrededor. Luego el creador llenó el mundo de agua, primer elemento de vida. Y lo que en un principio pareció ser un mundo muerto empezó a sacudirse violentamente, alzando montañas en medio de las aguas, disparando chorros de fuego desde sus entrañas. Y al Gran Creador no le molestó, y decidió llenar las tierras con abundante vegetación y fuentes de agua bañaban las laderas de altos picos, formando en su descenso turbulentos ríos. Pero el mundo no estaba tranquilo y seguía iracundo, hundiendo las primeras tierras, alzando nuevas. Y no sólo la tierra actuó, también el fuego, que arrasó los bosques. Entonces el Gran Creador recompuso lo perdido y creó de nuevo. Ahora todo tipo de vida animal poblaba la tierra, el mar y el aire. Y de entre todos los seres creados, los hombres tuvieron el don para manipular su entorno, y esa es su función, ayudar al Gran Creador a controlar el mundo. Y eso pareció disgustar más a la tierra que causó grandes terremotos y el fuego avanzó de nuevo por la superficie. Los hombre temieron la ira del mundo, y no pocos huyeron y trataron de encontrar refugio en profundas grutas y en altas montañas. Pero fue en vano. Aquellos que habitaron las cuevas fueron engullidos por las profundidades y los que subieron altas cumbres se encontraron faltos de comida y sufrieron imprevistas erupciones volcánicas. Pero los que decidieron quedarse en los bosques al lado de las creaciones del Gran Creador fueron bendecidos con la supervivencia y la prosperidad. Pero aun así temían la cólera del mundo. Y un día, una joven pareja decidió ir en busca de la causa del malestar del mundo. Muchos fueron los peligros que sortearon en su largo viaje, y grandes sus aventuras, y finalmente llegaron a encontrar al Gran Creador. Éste los acogió con agrado, pues todo lo que vivía en este mundo era obra suya. Y juntos encontraron al causante de todos los destrozos: el Oscuro. Un demonio prisionero dentro del mundo, un mundo que fue concebido como su prisión y que la gran creación había debilitado y que en su intento de buscar la forma de escapar había dañado todavía más. Y el Gran Creador, viendo el error cometido, pensó en devolver al mundo a su estado primitivo. Y si no hubiera sido por la presencia de los dos jóvenes así lo hubiera hecho, pero al verlos sintió que los amaba, al igual que a todas las demás creaciones, o quizás más por haberlos creado para que lo ayudasen y compartieran con él su ardua tarea. Y para protegerles ideó una solución. Gastó la mayor parte de sus poderes en localizar aquellos puntos debilitados de la prisión del Oscuro y allí colocó grandes sellos mágicos para evitar que abandonará las profundidades del mundo. También concedió a la pareja un poderoso don para que ellos y sus descendientes guiaran a la humanidad en su lugar por su andadura por su creación y cuidaran de ella. Finalmente desapareció, esparciendo el resto de su energía por todo el mundo. Y desde ese día, la pareja y todos sus descendientes forman la familia imperial, el clan del Dragón Dorado, los grandes gobernantes del hombre.

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